Soy un Nómada. Mis únicas Banderas son el cielo del día y el manto de estrellas en la noche. Mi Tierra está allí donde piso. Mi cultura es la que comparto e intercambio con las personas que encuentro en el camino. Mi himno es el canto de los pájaros, el susurro de los arroyos cristalinos y el bufido del viento en bosques y cumbres. Mi gente sois tod@s, aunque todavía no os conozca.

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jueves, 24 de julio de 2025

Ibones de Remuñe

 

Ibon de Remuñe, JuantoTrek, Juanto Fernández
Ibon principal de Remuñe.

El Valle de Remuñe es un lugar salvaje y lleno de encanto ubicado en el valle de Benasque, en pleno Pirineo Aragonés. Abrupto y de marcado origen glaciar, progresa hasta llegar a los pequeños y mágicos ibones de Remuñe, dos preciosos lagos de alta montaña que bien merecen una excursión. Desde allí podemos continuar para acometer las ascensiones a varios tresmiles de la zona, entre los que destacan el Malpás y el Perdiguero, entre muchos otros.

Salimos del Hospital de Benasque sobre las 9:00 y nos dirigimos hacia el punto de inicio de la excursión al Valle de Remuñe. En unos quince minutos de paseo suave por los llanos del Hospital en dirección al Forau de la Llana, y tras remontar una pendiente de unas decenas de metros hasta la pista asfaltada que muere un poco más allá, nos encontramos con el cartel que indica el inicio de la ruta. Progresamos despacio y al ritmo de la persona más lenta ascendiendo entre un bosque dominado por pinos negros, rododendros y matas de arándanos. El sendero está bien marcado y es fácil de seguir, aunque por terreno a veces algo descompuesto en su parte más alta, como bien podremos comprobar más tarde.


Inicio del sendero hacia la Vall de Remuñe.

Últimos tramos de Bosque de Pino Negro...

El camino nos lleva finalmente hasta un collado en el que encontramos dos carteles indicadores que marcan la bifurcación de la ruta. Nosotros decidimos que subiremos por la izquierda, en dirección SW-W, cruzando la pasarela de madera y dirigiéndonos hacia una curiosa formación rocosa con forma, y utilidad, de cabaña natural. A partir de aquí la subida es más pronunciada y comenzaremos a encontrarnos con tramos algo complicados de caóticos bloques de roca, algo muy típico en esta zona de los Pirineos, que ponen a prueba la coordinación y el equilibrio del excursionista. Casi todos los grupos que nos han pasado por delante han tomado esta misma dirección, aunque algunos han optado por seguir por la ruta de la derecha, por la pleta, que es por donde nosotros tenemos previsto bajar. 

Llegando a la bifurcación...

Carteles en la bifurcación de la ruta.

Antes de acometer la subida hacemos una primera parada junto al puente de madera para beber algo de agua. Para nuestra sorpresa, un señor francés de más de 80 años, enjuto y de piel tostada y curtida, pasa junto a nosotros a buen ritmo. Va completamente descalzo. Es la primera vez que veo a alguien caminar descalzo por las montañas. Solo lleva un viejo chubasquero recogido en la cintura, ni mochila, ni agua, ni nada de nada. Es un ser de otro tiempo, un auténtico indígena pirenaico en peligro de extinción...

Mi compañera sube con dificultad este último tramo hasta los lagos. Un tramo que, como siempre suele ocurrir, nos va engañando con sucesivos falsos collados tras los que esperas encontrar el final de la pesada ascensión. Yo voy muy pendiente del altímetro, restando metros, y de mi compañera. En un momento dado le pregunto si quiere abandonar. Por mí no hay problema. Ella, tras pensarlo un segundo, decide continuar hasta los ibones cueste lo que cueste. Tomamos otro trago de agua y proseguimos despacio sorteando los pasos entre los grandes bloques de roca.

Llegando al Ibon principal de Remuñe, aunque todavía no es visible.

Unos minutos después el primer ibon aparece ante nosotros, y ella se alegra muchísimo de no haber abandonado. No es de los más espectaculares que he visitado, pero el lugar es mágico y precioso. Destaca hacia el NW un pico que me recuerda al Pedraforca: es la Forca de Ramuñe, casi un tres mil y un buen punto de referencia para esta y otras excursiones y ascensiones por la zona. 

Descansamos en el ibon mientras vemos correr y saltar a las marmotas entre las rocas, observando alguna trucha de alta montaña en las transparentes aguas azuladas y a algún que otro colirrojo. Para reponernos tomamos una naranja, rica en fructosa, vitamina C y potasio, y mucho más deliciosa que unas barritas energéticas. Rápidamente la fruta hace su efecto, y tras algunos minutos nos sentimos reconfortados para continuar hasta el segundo ibon, que se presenta ante nosotros en pocos minutos de marcha suave con algún nuevo tramo de rocas. Desde allí ya podemos observar el camino de la pleta por el que descenderemos. El pequeño ibonet de Remuñe nos queda allí abajo, junto al sendero, y a la izquierda, pero decidimos obviarlo y no acercamos hasta él.

Ibon de Remuñe, JuantoTrek, Juanto Fernández
Ibon principal de Remuñe.

Ibon de Remuñe, JuantoTrek, Juanto Fernández
Ibon secundario de Remuñe.

El descenso nos ocupará otras dos horas y media bajo un sol de mediodía implacable. Me coloco detrás de mi compañera para asistirla en algunos pasos y escalones, bien agarrándola por la mochila bien echándole una mano firme y segura cuando lo necesita. Aún así, tropieza y resbala algunas veces, más de cansancio que por la dificultad del terreno. Finalmente, para llegar hasta el puente de madera y la cabaña de roca debemos cruzar un torrente que baja furioso ladera abajo. Es mi compañera la que valorando la situación y los riesgos decide que bajemos más hacia el barranco principal y crucemos por allí. Y así lo hacemos, mucho más seguros y acabando la travesía de las aguas salvajes mucho menos mojados.

Las nubes empiezan a cubrir los picos más altos y las ráfagas de viento, cada vez más intensas, nos zarandean como si fuésemos muñecos de trapo. Ambos estamos deseando salir del embrollo y llegar al bosque de pinos para descansar y avituallarnos con seguridad, así que vamos cubriendo metro tras metro sin parar, acompañados por una panorámica impresionante del Pico de Alba. Estuve por allí el año pasado y aunque no pude coronar la cima pasé una inolvidable jornada en los Ibones de Alba.

De bajada, desde la bifurcación se ve la cabaña natural de piedra...y a la derecha las primeras rocas para subir al Ibon.


JuantoTrek, Juanto Fernández
Panóramica al Pico de Alba

Cuando por fin llegamos al bosque encontramos un rincón seguro y sombreado bajo los pinos. Allí acabamos con la reserva de agua que nos queda y tomamos un piscolabis de pan con paté y longaniza que nos devuelve las fuerzas. Ahora es el momento de plantearse el último esfuerzo para llegar al punto de inicio y final de la ruta. Sin correr, sin prisa, con toda la atención puesta en cada paso para evitar un accidente de última hora, salvamos la distancia hasta que llegamos sobre las 15:00 h al final del recorrido, donde nos premiamos con dos refrescos bien helados y merecidos.

Si. A mi me enseñaron que el ritmo lo marca el menos fuerte, y que el más fuerte siempre ayuda y acompaña. Y sobre todo me enseñaron que lo que se empieza en equipo, se acaba en equipo, sin dejar a nadie atrás.


Clik para ampliar el mapa...


Ficha Técnica MIDE 

-Fecha: 23-07-2025     -Inicio y final: Hospital de Benasque (1740 m.) 

-Altitud Máxima:  Ibon Principal de Remuñe (2240 m.) Ibon secundario de Remuñe (2260 m.)

-Desnivel: 520 m.       -Distancia: 9,5 km.     -Duración:  6 h. (descansos incluidos)

-Dificultad: 3   -Esfuerzo: 3  -Severidad del medio: 3  -Orientación en el itinerario: 2

Una misma ruta puede variar su dificultad en función de la persona, temporada o meteorología. 
Los datos son aproximados, no utilizo GPS.




jueves, 29 de agosto de 2024

Ibones de Alba... para expertos

 

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Ibon inferior de Alba.

Ruta hasta el Ibón inferior de Alba (2260m) desde los Baños de Benasque (1680m) en pleno Parque Natural Posets-Maladeta. En el cartel del inicio de la ruta se indica que es para “expertos”. Desnivel exigente, terreno muy descompuesto y suelto, cierta exposición en algunos momentos y pasos de trepada obligada equipados con cadenas. Impresionantes vistas y paisajes. 

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Primer paso de cadena a la luz del frontal.


Eran las 5 de la mañana, todavía una oscura noche sin luna, cuando me levanté para desayunar y preparar la mochila. Subí a los Baños de Benasque en el coche y allí repasé mentalmente las reseñas, el mapa, el equipo… y mi estado. Sabía que no estaba al 100%, así que el objetivo más realista sería llegar al Ibón inferior de Alba, subir el máximo en altura y reconocer la zona para subir el Pico de Alba en otra ocasión (NOTA 1). En 2021 ya estuve por allí con la idea dando vueltas por la cabeza, pero aquel año una lesión inoportuna me impidió siquiera iniciar la ruta. 

Empecé a caminar a las 5.50h. Una vez llegado al cartel que indicaba el desvío hacia los ibones comencé la subida en modo nocturno que me recordó mucho las ascensiones desde Panticosa al Algas-Argualás (2023), al Garmo Negro (2020) y a los Picos del Infierno (2015). Todas ellas tenían este punto de nocturnidad bajo el silencio de las estrellas y una inclinación importante. La diferencia me la encontré poco a poco: progresaba con cierta dificultad para seguir la senda desdibujada que en ocasiones se arrimaba más de lo que uno quiere a la profunda canal del turonet de Alba. Antes de llegar a los pasos equipados con cadenas, debí equivocarme, porque de repente me ví ante un paso de unos dos metros de alto. Pura piedra, muy muy estrecho. Busqué otras opciones sin encontrarlas, así que confiando en mi capacidad de escalada (que no es para tirar cohetes) me decidí a resolver la brecha en el muro. Sin embargo ella tenía otros planes, y de repente me quedé allí encajonado en la mitad sin poder progresar ni hacia arriba ni hacia abajo… Estaba allí aferrado como un gato a unos agarres precarios en mitad de la nada más oscura. Finalmente pude subir al segundo intento, pero con un gran esfuerzo y algún que otro mal gesto. Al poco, aparecieron sucesivamente los pasos con las cadenas, tres para ser exactos, y una vez superados me encontré en el collado. Eran las 6.50. El cielo todavía estaba oscuro. Seguí la senda, ahora más evidente y amable y fui ganando metros al tiempo que el día iba despertando. Las vistas hacia las montañas del NW eran impresionantes… 

JuantoTrek, Ibones de Alba, Montaña, Pirineos, Juanto Fernández

 

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¿Puedes ver el ibon?

Una hora después llegué al ibon inferior de Alba. Un lugar mágico, un caleidoscopio natural que atrapó mis sentidos. Entonces vi a un grupo de seis jóvenes de unos veintipocos años. Me pareció que recogían el vivac y se disponían a emprender la marcha. Me miraban. Les saludé y me devolvieron el saludo. Bebí algo de agua y miré el mapa. Uno de ellos me preguntó si me dirigía al Pico de Alba y si sabía cuál era la ruta a tomar. Les respondí que la ruta era bordear el lago por el lado izquierdo, en dirección Sur para ganar altura hasta el ibón superior, unos 200m más arriba… eso almenos era lo que había leído en algunas reseñas y visto en el mapa.

-          Pero no me hagáis caso, no he estado aquí nunca y quizás me equivoque. – añadí.

Estuvieron de acuerdo conmigo. Se pusieron en marcha y los vi alejarse saltando de roca en roca algo más arriba de la orilla del lago. Decidí tomarme un tiempo, una barrita energética y preparar bebida isotónica. Había subido con dos litros de agua. Podía haberme ahorrado esos dos kilos. Sentía un dolor en el lado derecho, tanto en el interior de la ingle como en la zona lumbar. Seguramente se debía al sobreesfuerzo de la brecha en el muro. Había tardado dos horas en llegar al ibón. No era mal tiempo, según algunas reseñas, pero debería haber subido más rápido. Contemplé las formidables paredes y rocas que había por delante. Me sentí como un astronauta perdido en un macizo del planeta Marte. El silencio se hizo sobrecogedor al tiempo que la luz iba ganando intensidad entre las sombras…

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Sí, había equipado la mochila con algunos kilos de más. Aparte del agua, había añadido el kit de escalada de fortuna (otro kilo), la cámara de fotos grande, unos crampones ligeros… Dejé de pensar en el peso y busqué a los chicos a lo lejos, pero ya no podía verlos: se los había tragado, literalmente, el paisaje. La última vez que pude verlos iban por la dirección correcta. Pasaron los minutos. Decidí moverme dejándome llevar. Flanqueé el lago maravillado. Era como un espejo. Progresé sobre las rocas hasta llegar al punto en el que en teoría debía girar para subir al siguiente ibon. Pero unos hitos a mi izquierda me sedujeron misteriosamente y descarté subir al segundo lago optando por tomar una ruta diferente.

El Sol todavía no había aparecido. En el mapa no aparecía indicado ni siquiera un itinerario orientativo en este punto, menos aún un sendero. Indeciso, me recordé a mí mismo que el segundo objetivo era reconocer la zona, la idea de hacer cima en el Alba me parecía cada vez más lejana. Así que subí lentamente de hito en hito por escarpados escalones de tierra y piedras llenas de rastros de rebecos y madrigueras de marmotas. De tanto en tanto me giraba para fotografiar las crestas rocosas, las montañas lejanas del horizonte, para buscar con el zoom a los chavales o a cualquier otro montañero que llegase al ibón inferior. Pero ni los chavales ni ese imaginario montañero ni ningún animal aparecieron en el visor. Todavía no había salido el Sol cuando empecé a vislumbrar una extraña formación en la cresta. Era luz o un nevero?. Tirando al máximo del zoom creí identificar un agujero entre las rocas que rompían el perfil del cielo, cada vez más claro y azul intenso. Volví a consultar la brújula de mi reloj, que desvariaba por momentos, y el mapa: estaba derivando hacia el E. Algo más arriba identifiqué una mole que debía ser la Tuca Blanca de Paderna. Desde el collado (2773) que aparecía en el mapa -si es que me dirigía a ese collado- partía un itinerario orientativo que conectaba con la ruta normal de ascenso al  Pico de Alba.

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Un agujero en la divisoria.


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Tuca Blanca de Paderna (2847m)

Pero aquella cresta se veía prácticamente inexpugnable desde mi posición. Consulté de nuevo el altímetro de mi reloj: eran las 9.30 y estaba a unos 2550 m de altura. De repente apareció otro lago de entre las sombras, mucho más allá, al otro lado del valle. Fue entonces cuando pude orientarme completamente: aquél era el ibon intermedio de Alba. Subí un poco más arriba por la dura cuesta esperando ver el ibon superior también a lo lejos, pero fue imposible. Deambulé unos minutos casi sin sentido, buscándolo con la cámara, hasta que la luz del Sol traspasó la cresta y se hizo tan intensa que me cegó por completo. Y entonces decidí que era el momento de reunirme conmigo mismo. 

A la derecha, más abajo, aparece el ibon intermedio de Alba (2359m)


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Un descanso con vistas a más de 2500m...

Descendí unos metros hasta unas rocas que me ofrecían una buena repisa con respaldo. Allí, cómodamente instalado y con unas vistas estupendas, decidí reponer fuerzas con un sándwich, una mandarina y agua a discreción. Para subir al Alba tenía dos opciones: o acometer esta subida hasta la cresta desconocida que estaba unos 200 m más arriba, o descender hasta el primer ibon y tomar la vía correcta. Ambas opciones alargarían considerablemente la salida. Eran las 9.50, llevaba ya 4 horas de actividad muy intensa y seguramente tardaría más de 3 horas en descender hasta los baños de Benasque...

Contemplando las montañas lejanas del horizonte vi pasar por primera vez en la mañana al helicóptero del GREIM. Luego pude escuchar el sonido de su rotor. Ya estaban otra vez de rescate… había leído que están batiendo todos los récords este verano. Cada vez más gente va a la montaña y cada vez hay más rescates. Creo que es una cuestión matemática de probabilidades, pero yo no soy matemático. Lo que sé es que no quiero convertirme en un rescate, ni en un accidente. Ninguna montaña vale tanto la pena. Recordé algún susto grande, muchas uñas negras y rotas, varios esguinces… También recordé los éxitos de las cimas, las sonrisas y los abrazos… Hoy no era el día. Ahora iba a concentrarme en bajar lo más seguro y rápido posible, pero sin prisa, saboreando la sensación de libertad amenizada por los fantásticos paisajes, por las aguas mágicas y por los chillidos de las marmotas que ya despertaban. Aproveché para hacer algunas fotos con tiempo, degusté los pasos más complicados, las cadenas, el descenso resbaladizo… A las 12.50 llegué al punto de inicio. Sentí que lo había dado todo y que había hecho lo correcto. 

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El cartel indicador del inicio de la ruta.

El Pico de Alba será otro día. La mochila será más ligera. Yo estaré más fuerte. Ahora ya conozco mucho mejor a lo que me enfrento… Si ella quiere y yo he aprendido suficiente, subiré hasta la cima y podré compartirla contigo.


(NOTA 1): La ascensión por la vía normal al Pico de Alba (3118m) parte del refugio de la Renclusa (2138m) y es la que se reseña habitualmente en las guías de montaña. Sin embargo es posible realizar la ascensión desde los Baños de Benasque por la ruta de los ibones de Alba, añadiendo distancia, dificultad técnica y casi 400m de desnivel. Por la variante que acabas de leer en este relato también podría llegarse a la cima.

(CLIK para ampliar el MAPA. Las marcas en amarillo NO corresponden a esta ruta)

 Ficha Técnica MIDE 

-Fecha: 27-08-2024     -Inicio y final: Baños de Benasque (1680 m.) 

-Altitud Máxima:  En algún lugar sobre los Ibones de Alba (2550 m.)´

-Desnivel: 870 m.       -Distancia: aprox. 8 km.     -Duración:  7h (descansos incluidos)

-Dificultad: 4   -Esfuerzo:-Severidad del medio:-Orientación en el itinerario: 4

Una misma ruta puede variar su dificultad en función de la persona, temporada o meteorología.