Soy un Nómada. Mis únicas Banderas son el cielo del día y el manto de estrellas en la noche. Mi Tierra está allí donde piso. Mi cultura es la que comparto e intercambio con las personas que encuentro en el camino. Mi himno es el canto de los pájaros, el susurro de los arroyos cristalinos y el bufido del viento en bosques y cumbres. Mi gente sois tod@s, aunque todavía no os conozca.

sábado, 5 de mayo de 2012

Gallina Pelada y Roca Blanca



Dave, un compañero de MADTEAM, subió la Gallina Pelada el martes o miércoles. Me lo comenta por xat:  "Está precioso, nevado, con nieve transformada, hay huella abierta..."

Me levanto sobre las 6 y me dedico a colgar un fotopensamiento en Psicopedagogía Activa, revisar las páginas del Face, etc. Mis labores, vaya.  Luego hago de padre, como todos los días. Cuando dejo al peque en el colegio el impulso es inevitable. Leo una reseña, me consigo imprimir un mini-mapa con la impresora que anda coja estos días vaya usted a saber por qué, y me llevo la mochila ligera que todavía no había deshecho...desde el viaje al valle de Echo... Tenemos nubes, pero la previsión no es mala del todo...arriesgo.

Tras dos horas de viaje, dejo la Tanqueta en la Font Freda y comienzo a caminar. Voy siguiendo las huellas casi todo el tiempo, ya que incluso abajo hay algo de nieve. Cuando llego al prado saliendo del bosque de pino, Les Planelles, continúo la pesada ascensión -si, se me hace pesada...- hasta llegar a los Rasos de Ensija. El paisaje es alucinante, quizás las oscuras nubes y el viento resaltan la belleza de esta serie de planos alpinos nevados y blancos como la leche. Como voy navegando intuitivamente y siguiendo las huellas, desestimo subir las lomas que veo a mi izquierda y delante, y busco directamente el Refugio. La Gallina Pelada, debe ser un pico redondo y de formas suaves que entreveo por momentos. En una hora y diez minutos estoy en el Refugio, que está cerrado. Había pensado todo el rato que si la tormenta se desataba, me metía en el refu, me tomaba un té, y a las malas me quedaba a pasar la noche, pero no...no va a ser así. Tomo unas fotos y me dirijo hacia la cima que espera. Cruzo unas huellas de un gran perro (lobo?) solitario que pasó quizás la noche anterior... Las observo un buen rato. El bicho iba caminando tranquilo, sin correr. Se dirigen al Sur, a cruzar la carena... Yo sigo mi camino hacia el W (aprox.). En algo más de media hora estoy en la cumbre de la Gallina, con el Pedraforca, el Cadí, el Moixeró...creo reconocer entre las nubes incluso el Carlit, y otros picos de la Cerdanya. El panorama impresiona. El viento y la oscuridad de las nubes, también.

Son esos momentos en los que te fundes absolutamente en el todo, en la nada, en los que te difuminas y pierdes la noción de tí mismo. Eres. No eres.

Devoro una banana y una lata de bebida isotónica. Observo la aérea cresta que se prolonga hacia el N-NW... Intuyo la cima de Roca Blanca. Como voy bien de tiempo y bastante bien de fuerzas, y la meteo aguanta, me decido. Disfruto la cresta como un niño en un columpio. El abismo a mi izquierda es como un espejismo. En algún momento en los que la atracción seria fatal, piso la nieve y flanqueo sin alejarme en exceso de la línea mágica de roca que cruza el cielo. Llego a Roca Blanca. Aquí hace tiempo que no ha venido nadie. No había huellas ni en la cresta, ni veo ninguna huella que vaya hacia ninguna dirección. Saco el mini-mapa del bolsillo. Intento orientarme, pero es difícil: no hay Sol, no tengo brújula -olvidé incluso el altímetro!- y GPS ...ya sabéis que no utilizo ese chisme. Intento "triangular" para deducir el rumbo, pero el mapa es tan escueto que es imposible tomar referencias más allá de un par o tres de km, y no encuentro ninguna clara. 

Aquí comienza el problema. Me planteo regresar sobre mis pasos, pero me apetece más completar la circular. Aguzando la vista sobre las formas dibujadas en el mapa, oriéntandolo lo mejor posible, y leyendo el terreno, intuyo cuál es la ruta a tomar. Recuerdo la reseña: Hay un camino marcado con hitos y pinturas que ... Pero paso un buen rato buscando ese camino señalado y lo único que encuentro son hitos dispersos y confusos. Primero pruebo de bajar directo a una carena marcada y evidente, pero recordando aventuras pasadas y al no ver ni hitos ni marcas, retomo mis pasos y vuelvo a la cresta. Durante minutos voy haciendo espirales, intentando encontrar más marcas o rastros...pero solo encuentro una aislada marca de pintura roja que sigue la cresta y algun que otro pequeño hito. El viento arrecia y las nubes se me comen... Desciendo la cresta, por momentos muy aérea, hasta que me doy cuenta de que por aquí, no va a poder ser. He perdido más de 20 o 30 minutos...y ahora la respiración se agita y comienzan a dispararse los pensamientos y latidos. Lo paro todo. Ya. Silencio.

Estoy en una posición incómoda en una pared de roca. Al apoyar el pie en un saliente, se desprende...y observo como cae Montaña abajo...crash croc crac... hasta que se pierde tanto el sonido como su visión. Me esfuerzo. Remiro el mapa. Recorro con el máximo enfoque que dan mis ojos todas las posibilidades. Respiro. Me centro. Alternativas?. La de volver a subir para retomar el descenso que desestimé es una de ellas. Sin embargo, puedo llegar a la divisoria haciendo una travesía en horizontal...si la nieve aguanta. Pruebo con un bastón... profunda, dura, estable. Hago un nido de golondrina con una puntera, bien anclado con mis manos a unos "cigronets" que han aparecido de la nada y suponen un agarre formidable...aguantan bien. Adelante pues.

Imagina. Unos 65º...o más de inclinación. Una caida que me llevaría de la nieve a un embudo de rocas húmedas relucientes que desembocan en un acantilado tremendo, mis pies van clavándose en la pared, los bastones acortados apuñalan la Montaña acompañando a cada paso, uno dos...veinte...treinta... Cuando llego a una zona más segura no quiero ni ver por dónde he venido. Sigo la travesía por las placas rocosas y algunos restos de nieve... y al fin, llego a la carena. Y delante mío, aparece un hito. Me dan ganas de besar al montón de piedras, de hecho, las acaricio.

No resulta sencillo orientarse y llegar al Portet. Sigo la carena sin adentrarme en el bosque aunque a veces me arrimo. Acabo llegando al collado tras un buen rato en el cual muchas veces paso momentos buscando el nuevo hito... Hago espirales sin alejarme, y siempre memorizando dónde estaba el último. Y así, voy avanzando con seguridad y sin prisa. Por momentos, el senderillo está marcado y puede seguirse sin dificultad, hasta que de nuevo desaparece...

Vibra el suelo. A través de la gruesa suela de mis botas me llega un rítmico tamborileo... tomtocotomtocotom... Pasa un Rebeco al galope, enorme y saleroso, a menos de cuatro metros ... Sigo su dirección...desciendo contento al ver el collado más cerca, y me giro para tomar fotos del "paso que nunca tienes que hacer".

Cuando llego al collado, en el que hay un corral y se abre la pista plana de tierra (GR-107), me tumbo debajo de un Pino Negro enorme. Cantan los herrerillos. Suena un trueno. Relampaguea en el Pedraforca. Ahora sí que me como el bocata de mortadela de pan duro, que me sabe a gloria divina, y un par de galletas con chocolate, y bebo agua. Un lujo. El mayor de los lujos!!


Regresar a la Tanqueta será cuestión de un buen rato de pista, en la que los Rebecos y los Buitres juegan conmigo al escondite entre los árboles del bosque y las gruesas y oscuras nubes del cielo.

Cuando todo acaba, y empiezo a conducir, comienza a llover.