Soy un Nómada. Mis únicas Banderas son el cielo del día y el manto de estrellas en la noche. Mi Tierra está allí donde piso. Mi cultura es la que comparto e intercambio con las personas que encuentro en el camino. Mi himno es el canto de los pájaros, el susurro de los arroyos cristalinos y el bufido del viento en bosques y cumbres. Mi gente sois tod@s, aunque todavía no os conozca.

lunes, 30 de abril de 2012

Pasear entre Piedras.



Hay lugares inimaginables que se encuentran tan cerca...

Hecho -Echo- es uno de ellos. Hacía mucho tiempo que estaba en mi lista de asuntos pendientes, asi que pese a las malas previsiones meteorológicas, aqui estamos. Es el tercer día, y como todos los anteriores, amaneció lloviendo. La única "ventana" de buen tiempo fué justo ayer, y lo aprovechamos para hacer un poco de senderismo por un valle verde, exhuberante, y mojado. De hecho, la ventana de buen tiempo no duró ni dos horas, y buena parte del recorrido tuvimos que hacerla bajo los elementos. Practicamente nos hizo de todo: llovizna, granizo, lluvia, viento, nieve... De todo no, Sol no tuvimos.

La ruta de ayer la había preparado para el caso de no tener buen tiempo, y por tanto, es una ruta sencilla, asequible para todos los que tengan un mínimo de preparación física, y resulta muy difícil perderse. Y como no hacía buen tiempo, le dimos nuestros saludos al Castillo de Acher, que apareció todo nevado en un momento del camino, y poco más...Al resto de Cumbres, ni las vimos.

Atravesamos la Selva de Oza hasta llegar al campamento de Ramiro el Monje, ahora abandonado. En la pista que va hacia Espata  (?) unos metros más adelante,  dejamos a La Tanqueta y nos dirigimos hacia la "Corona de los Muertos". En quince minutos estábamos allí. Mágico lugar, en el que se han encontrado varios círculos de piedras (120!!) que datan del Neolítico y la Edad del bronce. Sin embargo, lo más impresionante era el bosque de pino negro absolutamente limpio y puro... las poblaciones de líquenes en las cortezas daban muy buena fe de la calidad del aire y el ecosistema.

Volvimos a la Tanqueta y avanzamos dos kilómetros hasta el punto de inicio de la verdadera excursión. En la intersección del GR11 con el GR65.3.3. Allí equipamos la mochila con varios paraguas, uno por cabeza, y algo de agua y comida  y... empezó a lloviznar. Las nubes amenazaban con una buena tormenta...o similar.

Nos encontramos un zorro en el interior de uno de los Búnkers de la zona de los Dólmenes del arroyo. Afortunadamente, el zorro se asustó más que nosotros y la cosa no pasó de un fugaz contacto visual... pero el pequeño estuvo toda la excursión rememorando el encuentro completamente alucinado.

- Hemos visto un zorro papá!! hemos estado en la guarida de un Zorro!!!...no me lo puedo creer...

Desde aquí, tomando la dirección SE seguimos el camino de Francia por Escalé que discurre paralelo al GR11 al lado derecho -según bajan las aguas- del Aragón Subordán. Tras una breve parada en el refugio de la Mina -cerrado estaba-  continuamos por un sendero muy poco marcado y sin señalizar que nos llevó a pasar por menhires tumbados y semienterrados, cromlechs y restos de dólmenes... "piedras", para el profano o para el que no preste atención o pase excesivamente rápido. Saltamos varios arroyos que descendían repletos y furiosos de los barrancos. Esta fue la mayor dificultad, algunos estaban tan crecidos que nos llegamos a plantear aquello de "quitarse las botas"...o volver atrás.

Continuamos el camino resguardados por los paraguas, llaneando el valle, compartiendo la verde pradera con los caballos recios que aguantaban el granizo estoicamente, con los chillidos de las marmotas, con los graznidos de las bandadas de chovas negras, con el vuelo de algún buitre, de algún milano... No aparecieron los "sarrios", ni el Oso, ni el Quebrantahuesos. Sin embargo, la salvaje belleza de esta tierra sugería su presencia a cada momento.

Poco a poco nos acercamos a una formación rocosa -cota 1437, junto al Mallo Blanco, que es la referencia  clara desde que nos adentramos en el valle. El Aragón Subordán era imposible de cruzar por lo furioso y crecido, así que el puente de los Chitanos era la única opción que no implicaba volver sobre nuestros pasos. Nevava cuando sobrepasamos este punto inconfundible que hay que pasar por su cara Norte para dirigirse al puente, y a Aguas Tuertas.


Sin embargo, una vez llegamos al puente...nevaba tan intensamente que decidimos no progresar hasta el Dolmen del Acher... era algo más de un Km y unos metros de desnivel, pero la cosa estaba ya un poco húmeda, y nos quedaba un regreso de 6km por pista (GR11)... y por lo que sé, el dolmen no está en demasiado buenas condiciones, ya sabes: unas piedras...

Mientras desandábamos el camino, dejé que mi vista volara hasta la cascada de El salto, hacia las nubes que ocultaban los picos, y una vez siguiendo mis pasos, la gran pregunta que contínuamente vino a mi mente fue...¿qué buscaban aquí en estos entornos salvajes nuestros antepasados? Desde la distancia del camino de regreso, repasé los círculos de piedras...y no encontré ninguna respuesta sufientemente convincente. Quizás simplemente, éste era un espacio sagrado.

Para mí, lo sigue siendo.