Soy un Nómada. Mis únicas Banderas son el cielo del día y el manto de estrellas en la noche. Mi Tierra está allí donde piso. Mi cultura es la que comparto e intercambio con las personas que encuentro en el camino. Mi himno es el canto de los pájaros, el susurro de los arroyos cristalinos y el bufido del viento en bosques y cumbres. Mi gente sois tod@s, aunque todavía no os conozca.

lunes, 17 de octubre de 2011

Un viaje a Nepal (1)


Dos semanas sin salir a las Montañas... Afortunadamente, también existen los recuerdos...

Aquel verano de 2002 habíamos llegado al barrio de Thamel en Kathmandú con un par de mochilas ligeras que apenas contenían lo imprescindible. Nuestro viaje de 24 días comenzó con el colapso mental que supone la capital de Nepal para cualquier recién llegado: el caos circulatorio, los ricksaws, los montones de basuras en cualquier rincón, los saddus bajo los árboles esperando nada, los niños de la calle deambulando, los olores a smog, especias y substancias diversas...el ruido de los claxons...los Milanos sobrevolando en grupo las azoteas...las vacas sagradas devorando coles...

Teníamos varios objetivos: realizar un estudio de campo para un futuro proyecto social para los niños de la calle, conocer al máximo el país en tan breve tiempo, encontrarnos cara a cara con un rinoceronte en las selvas de Chitwan, y , por encima de todo, VER el Annapurna...Y además, hacerlo en un viaje autónomo sin ningún tipo de ayuda y con muy poco dinero.

Era pleno Monzón, así que cada tarde llovía puntualmente. Era el momento de quedarnos en la habitación del humildísimo hostal revisando el Mapa que el Cónsul de Nepal en Barcelona nos había proporcionado. Tras planear in situ el trekking, y recopilar alguna información en agencias nepalíes que estaban cerquita del Hostal, decidimos emprender la aventura pese a que muchos factores jugaban en nuestra contra.


Así, una mañana, junto con algunos indígenas locales y sus gallinas y hortalizas, emprendimos el viaje en un autobús de línea por 400 rupias (2,5€) que nos llevó a Pokhara. Acababan de abrir el dia anterior la carretera que une ambas ciudades y que había estado cerrada unos días por un "Landslide", un corrimiento de tierras, algo  muy frecuente en el Monzón...y vimos la oportunidad. El viaje de 200km nos ocupó todo un día, y al llegar a Pokhara nos dirigimos en plena noche al hostalito al cual nos habían "derivado" muy amablemente desde el Hostal de Thamel... Conocimos al dueño, cocinero, guía, señor de la limpieza y camarero: Sabta. Él lo hacía absolutamente todo...tan bien como podía.

Durante los dos días siguientes "exploramos" los alrededores de la ciudad, compramos el permiso de Trekking, evitamos la contratación obligatoria de un guía y porteadores (no teniamos nada que portear!!)...y disfrutamos del Fewa Lake...el maravilloso lago en el que se reflejan los Annapurnas. Sin embargo, en este lapso de tiempo fue imposible atisbar las montañas: el horizonte siempre estuvo repleto de nubes monzónicas amenazadoras, excepto alguna mañana en la que el cielo hizo una pausa sobre el Lago...


El día que escogimos para comenzar el trek, tuve que despertar a Sabta, que a trompicones nos preparó un "desayuno". Después, dentro del concepto nepalí del tiempo y la puntualidad, apareció el taxista que nos iba a llevar al comienzo del trek...Naya Pul. Llovía ya por la mañana...

- May be clear! Luck – dijo Sabta al despedirnos...

Y como esta entrada sería muy larga... la haré en varias entregas...Y finalizaré con un fragmento del diario de a bordo -que tiene 40 páginas de notas en espera que alguien quiera publicarlo un día...-


"Nuestro inglés básico no ayudó a enriquecer la conversación, y poco a poco, entre el silencio, ascendimos en el destartalado vehículo por una carretera que escondía múltiples sorpresas para un conductor despistado: socavones, baches, hoyos, agujeros de mil formas y tamaños ponian a prueba los reflejos del adormilado chófer. Yo tenía la sensación de que cada vez nos adentrábamos más en una formidable aventura. La que supone dejar atrás todo lo que uno conoce y quiere. A veces daban ganas de decirle al taxista que lo dejase correr y nos retornase al ya familiar hostalito de Sabta, ...pero las verdes Montañas iban abriendo sus secretos escenarios, dejó de llover y parecieron aceptar nuestra llegada. Mi vista no podía apartarse de aquel maravilloso paisaje que formaban los verdes tallos de los campos de arroz anegados, ni de las mil tonalidades y formas vegetales desconocidas que cubrían las laderas del valle por el que discurría la ruta.

Después de una hora, y de dejar atrás a un grupo de niños muy jóvenes que arreglaban a pico y pala la maltrecha parte final del trayecto, nos encontramos con los restos de un autobús que había caído al barranco. Ya habíamos dejado atrás a un par más de ellos, varados en la pronunciadísima subida y esperando a que alguien los viniese a ayudar...algún día. Nunca mejor que entonces, me pareció la más brillante idea del mundo el haber decidido tomar un taxi que, aunque era relativamente caro en comparación, aparentemente era más seguro y ciertamente mucho más rápido y fiable. Al fin, habíamos llegado a  Naya Pul. En media hora, íbamos a comenzar nuestro trekking por los Annapurnas!!!"


(continuará...en la sección NEPAL...un día de estos... )