- Más arriba! -pienso con la mirada fija en el corredor que nace unos metros más allá-
...Crash,Crash, Creeks...puntas y piolet me hacen volar en la nieve que ya está más dura a esta altura... Levanto la vista hacia el intenso azul puro que me sobrevuela...avanzo lo más rápido que puedo...como un rebeco que juega...
- Ahora! - me digo cogiéndome a mí mismo por sorpresa ... y en un segundo caigo de espaldas cabeza abajo sobre la rampa blanca que cae hasta el fondo del valle...me observa el cielo desde lo alto y veo las Montañas invertidas mientras me deslizo como un peso muerto...
No hay que pensar nada, simplemente la experiencia y las repeticiones conectan el circuito de respuesta automática que nunca debería fallar: mano izquierda sobre la punta afilada del regatón, mano derecha sobre la cazoleta, mango pegado al pecho...giro la cara al lado de la pala del piolet y roto suavemente todo mi cuerpo sin miedo alguno clavando la punta sobre la superfície... Riiiiiiiisssss... grita el acero al contacto con los cristales de hielo...Y mis piernas comienzan a oscilar sobre mi eje al tiempo que recupero una posición segura... Y me detengo. Huelo la nieve y beso a la Montaña que tanto quiero. Vine en Junio SOLO, buscandome a mí mismo... y creó que conseguí encontrarme allá en aquella esquiva cabaña metálica en la que pasé la noche...
Ejercicios en plena naturaleza, en un entorno que en sí mismo es el mayor de los regalos que uno mismo puede hacerse. Y no, hoy no estoy SOLO en una de mis salidas en las que me ando buscando mientras trisco por las Grandes Blancas. Y si... sólo se trata de un ejercicio más del Taller de Alpinismo Colectivo.. Cuando me digo esto es como si despierto saliendo de un dulce sueño.
La Mañana transcurre entre risas y trompazos fortuitos, saboreando cada situación y cada rayo de Sol. Autodetenciones, reuniones con piolet, anclas de nieve, estacas... Acabamos aprendiendo a progresar en potencia, con una reunión montada sobre un pequeño pino negro que sobrevive en la ladera inhóspita...
Voy de primero... necesito un seguro intermedio: busco, siento...allá hay una buena roca!... y me acerco rápido: saco una cinta que llevo cruzada al pecho y sin dilación alguna enlazo la gran piedra, en segundos paso el mosquetón de mi baga y quedo asegurado...mis compañer@s, encordados en potencia tras de mí esperan asegurados en el pequeño árbol...paso entonces la cuerda que nos une, que nos hace ser UNO... REUNIÖN!!!.-grito-.. y me siento contra el valle, asegurando en V con mi propio cuerpo pasando la cuerda tras mi espalda...
La progresión debe ser rápida, ágil, autónoma, eficiente... cada miembro de la cordada debe saber perfectamente qué hacer y sobretodo que NO hacer en cada momento y situación...Ya suben... y comprobamos como si uno cae no afecta al otro, ni sobrecarga el seguro y al asegurador... perfecto!
De nuevo sólo se trata de un ejercicio...pero como en los ensayos cuando tocaba mi batería en las bandas que me cobijaron en aquellos años de juventud prolongada, en cada segundo he dado todo lo que tengo, y he CREIDO lo que estaba haciendo. Como creo en cada una de mis flechas cuando las suelto al vuelo...como creo en cada uno de los Arcos que nacen de la madera que encuentro en los Montes...
El frío comienza a helar los dedos de mi pie izquierdo, y empiezo a tararear una canción mientras los obligo a bailar para entrar en calor. Guardo finalmente la cámara, que durante todo el tiempo ha estado trabajando con la dificultad añadida de entender el lenguaje de las manos enfundadas sobre guantes dobles, que entorpecen cualquier acción...ya sea con la cámara, al hacer un nudo con la cuerda, al sacar un helado "hierro" del arnés... Aquí todo es más dificil y las agujas del tiempo se pasean a un ritmo propio que encanta...y a veces engaña a tu mente...
Y lo genial es que con el panorama tan abrumador que nos encoge el alma cada vez que nuestra vista se da un descanso para viajar unos cientos de metros más allá, sobre las cercanas cimas y rocas que se alzan hacia el océano del Universo en el que volamos, pese a eso... increiblemente conseguimos mantener la atención en lo próximo e immediato. En ese ocho, esa cazoleta, ese Machard, ese piolo que no puede escaparse valle abajo porque es tu vida.
Un día genial, que quizás con imágenes y música te lleguen más adentro. Porque no hay felicidad real si ésta no se comparte...
Abrazo grande herman@ de las Montañas. Te invito a ver el video...aunque la música final no es la original del primer momento....ya se sabe: copyrights, leyes estupidas, etc...