La pequeña víbora me salió al paso ondulando su cuerpo en una clara huída... De algo debe servir ver tanto documental -pensé-... y así, como si de un herpetólogo televisivo se tratara, cogí un trocito de rama de pino y paré al ofidio apretando su cabeza contra el suelo... A punto estaba de cambiar el palo por uno de mis dedos cuando el bicho se retorció sobre sí mismo y con una ferocidad increíble para un ser tan diminuto mordió la ramita tantas veces como pudo en unos breves segundos...
- Es una víbora! - le dije a mi amiga...- y me alegré de no haber cometido la IMPRUDENCIA de haber intentado coger con mis propias manos al venenoso animalillo...
- Una víbora? ...Mátala!... mátala!
- No... no puedo matarla...- yo y mis "circunstancias para-budistas"...aix!
- Lo que no permitiré es que mate a uno de mis animales...
No hubo más ... la contemplaba todavía cuando YL se acercó con un buen pedrusco en la mano y ... eso. La víbora pasó a mejor vida. Normal. YL vive aquí, con sus perros, gallinas, cabras, coliflores, avellanos... Hay un largo viaje por pistas sin asfaltar y torcidas carreteras locales hasta llegar a algún Hospital en el que pudiesen administrar el antídoto en caso de picadura...
Continuamos por el camino casi perdido entre la maraña de viburnos, pinos, zarzas, serbales, arces, "grèvols" y tantas especies de plantas menores como un entusiasmado de la naturaleza pudiese soñar. Los jabalíes se habían acercado mucho esta noche, a juzgar por los frescos rastros dejados al hurgar el mullido sotobosque con sus hocicos. Los Pinos crepitaban por el calor, al tiempo que abrían sus ramas al Sol casi de Primavera, desperezándose lentamente tras el invierno...
Llegamos a un quiebro en el sendero, casi imperceptible...escondido tras los Helechos...
- Por aqui!-dijo tomando la trocha casi invisible a su derecha...
Y entre grandes rocas fragmentadas saltironeamos unos metros hasta llegar a una cueva que se abria en el suelo caótico...
- El del Refugio del pueblo encontró aquí dinamita y pistolas de los Maquis...hace ya unos años...
No me costó dar crédito a la narración. En este recóndito lugar, sería donde yo mismo habría escondido cualquier cosa...
Continuámos el breve ascenso. Sólo fueron unos metros más, y allí estábamos... en la cumbre que se abría en vertical sobre el valle, sobre los terrenos cultivados, sobre su Masía, ... Una gran formación rocosa que desde la casa parecía tener una pared de unos 40 metros o más... algo más cargada de vegetación de lo que a muchos compañeros escaladores les gustaría... Me asomé al precipicio... y si... vertical y con algunos extraplomos... roca caliza, fragmentada en bloques...algo descompuesta... pero interesante.
- Y no viene nadie a escalar?
- No... imagina... yo hace tres años que no subía!!!... aquí no viene nadie nunca...
Perdí mi vista en la Cinglera que se recortaba contra el cielo a nuestra espalda... metros y metros de roca vertical esperando sin prisa a los clavos y parabolts ahora ausentes...
- Y allí?...- señalé a la formidable pared...
- Tampoco...allí tampoco... y esa es la frontera de mi pequeño reino...arriba ya no es mío.
Durante unos minutos me sorprendí al percatarme que había subido una cima que no tenía nombre, que casi nadie había subido, que no aparecía en los Mapas, ni en las reseñas, ni existía casi... Una formación rocosa con doble cima, y una gran cueva en la que entramos apenas unos metros para comprobar que, a través de un agujero, podías asomarte a la pared que esperaba al otro lado...
- Una vez pasamos... y había un Palmito (Margalló) ... y nos quedamos ahí un rato pegados a la pared en una pequeña repisa...
- Mmmm... parece que han caído algunas rocas... no lo veo claro yo ...- apenas a rastras habriamos podido acceder al otro lado del agujero... las grandes rocas parecian recién caídas...
Y subimos al segundo picacho... donde estuvimos largo rato hablando animosamente mientras nuestra vista navegó por el cielo azul que se fundía con el Mediterráneo unos kilómetros más allá acunados por el canto primaveral de los Herrerillos y el graznido de los grandes Cuervos...
Me sentí "Perdido" en las Montañas de Prades... en una roca sin nombre, en un lugar que no existe, que no aparece en los Mapas... aunque para YL es El Margalló: un trocito de un gran sueño hecho realidad.