Espero delante de la reconstrucción de la Puerta de la muralla de Ávila en el Pueblo Espanyol. En la noche que todavía no amanece cantan ya algunos de los pájaros como llamando al Sol para que se levante. Y será un día de Sol, de mucho SOL y luz. A la hora acordada aparece la furgoneta del compañero que me viene a buscar. Esta vez no iré solo. La verdad es que en estos años me he acostumbrado a salir sin compañia a las Grandes Montañas...y se me hace extraño.
Después de un viaje de dos horas y una parada para desayunar y reunirnos con el resto del grupo, llegamos al punto de inicio de la ruta. Tras equipar las mochilas en el párking de la Estación de esquí, subimos en una hora escasa a la Portella de Mantet. El ascenso, todavía entre las sombras del valle, no presenta ninguna dificultad... si acaso, hemos tenido cuidado con los pequeños charcos de hielo formados por la fusión de la poca nieve que queda... De hecho, solo hay un par de pistas abiertas gracias a la innivación artificial mediante cañones... una manera de malgastar un valioso recurso natural como es el agua. Llegados al Collado, el grupo se divide: cuatro hacia el N para descender y tomar un corredor, y nosotros dos iremos hacia la cima por la ruta normal...
- He olvidado los crampones en el coche!...- un componente del grupo del corredor remueve su mochila buscando lo que no puede encontrar porque se ha quedado abajo. Todo el grupo se sorprende... y ahora qué? ..
- Coge los míos... no creo que me hagan falta... Tal y como está la Montaña creo que podremos ir evitando la nieve, y con este Solazo y temperatura no estará demasiado dura si encontramos alguna zona...- intento creer firmemente lo que digo.
Y así, los cuatro descienden hacia el valle del Prat de la Portella, ya en territorio francés, para buscar el corredor que les llevará a la cima. Hierve en mi interior una sensación extraña... me habría encantado bajar con ellos y hacer un corredor... ya hace tiempo que no me meto en uno... aunque sé que no tardaré en hacerlo. Pero hoy no. Mi compromiso hoy es ir con el otro compañero por la ruta normal, si es que conseguimos llegar.
- No creo que pase de la Portella de Mantet...- me decía el viernes noche...
- Ya veremos...ya veremos...
Mientras el grupo comienza el descenso, nosotros entomamos la vertiente hacia el NW en busca de la divisoria de la precima que hay antes del Pic de la Dona. Allí, veo resbalar a alguien en un nevero por encima nuestro que resiste la casi estival insolación que ha fundido casi toda la capa blanca de invierno de los Pirineos Orientales...por suerte se autodetiene con el piolet... sólo ha sido un pequeño susto. Llegamos en unos minutos a esa zona nevada, fascinados por las vistas que se extienden hasta les Agudes pasando por las cercanas cimas del Gra de Fajols, el Bastiments y el Bassibers. Mi compañero se coloca los crampones para cruzar la lengua de nieve... Podríamos haber compartido el par de pinchos, usando uno cada uno de nosotros, pero él los necesita más que yo, así que no le digo nada. La inclinación es de cerca de 45º. Cruzo tras él sin crampones y sin problemas, clavando fuerte los bastones y utilizando las botas como mandan los manuales. Subimos a un ritmo muy suave con ciertas esperas y paradas para tomar imágenes que conserven el recuerdo de lo vivido. No hay ninguna dificultad. Podemos evitar la poca nieve que se concentra en la cara N de la cornisa, y sin problemas hacemos cima sin volver a pisar el blanco elemento, tan escaso pese a la altitud y lo avanzado del invierno. Llegamos al Pic de la Dona, de 2702 m., aunque mi reloj marca 20 metros menos. Tampoco lo había calibrado desde que salí de casa...desde que...ni me acuerdo...
Nos recreamos con las vistas. Pasamos un tiempo haciendo fotos e intentado ojear el corredor por el que deberían aparecer los cuatro compañeros, pero les debe faltar un buen rato. Así que como el viento sopla, y los cuerpos se enfrían, estudiamos la ruta de descenso. Nos decidimos a bajar por una amplia canal que tenemos hacia el W, antes de llegar a la arista que sube al Bastiments (la "esquena d'ase"). Así que nos dirijimos hacia allá, tomando la referencia de una gran formación rocosa a media bajada. En un rato estamos bajando la acusada pendiente. La inclinación, una vez dentro de la canal, junto al efecto de la altura, da por momentos una sensación más peligrosa de lo que es en realidad. Es la distorsión que genera la misma fuerza de la gravedad, almenos eso leí una vez en un libro que dejé prestado y todavía no ha vuelto...Pasamos al lado de les Xemeneies, las grandes formaciones rocosas, y tenemos que aligerar la ropa puesto que el calor se hace insoportable. Mi reloj multiusos marca más de 18º!!!. Seguimos el descenso...
- No te alejes demasiado... -me dice en alguna ocasión.
- Tranquilo...
Voy delante haciendo escalones en el canchal de pequeñas piedras. El suelo está levemente húmedo y se forman sin dificultad las pequeñas repisas que hacen que él se sienta más cómodo, aunque no siempre las sigue...Supongo que al verme delante se siente más confiado...Si el suelo hubiese estado más seco, habríamos tenido más problemas. Recuerdo la bajada del Toubkal hace un par de meses...pero enseguida me concentro en el momento presente, el aquí y el ahora. Siempre he dicho que la Montaña tiene una gran componente de terapia.
- Respira, esto está hecho...- le intento animar en los momentos en los que su cabeza flojea...intentando evitar que se suma en un recuerdo determinado.
Y vamos descendiendo despacio y seguros, aunque yo "culeo" un par de veces, cosas de las bajadas...siempre en las bajadas...
En una hora llegamos a la Estación, y de aqui al párquing vamos pisando algo de nieve al transitar por las pistas, después de todo la Montaña no es de nadie. Nos observan los esquiadores desde la cinta transportadora, uno detrás de otro, separados por unos metros. Pasan a nuestro lado observando nuestro caminar... y ellos ahí, inmóviles y teletransportados lentamente, deseando llegar al final de la cinta para volver a bajar los escasos metros de nieve falsa...alcanzar la velocidad deseada... y volver a la cola para volver a subir en una interminable cadena que me recuerdan las botellas vacías de una planta de refrescos pasando por los surtidores que las rellenan ...me vienen a la mente imágenes del vídeo de EL Muro de Pink Floyd... Suena una música chabacana que envuelve el Valle en una absurda e innecesaria banda sonora...
Comemos el bocadillo y nos hidratamos al lado de la furgo bajo un Sol que parece de principios de Verano. Hablamos y hablamos, de Montañas, de canales, de corredores, de reuniones, de música ,de la vida....mientras esperamos al grupo que viene de la cima tras hacer el corredor.
- Y como está tu pierna...? ...la próxima operación?
- Bien, la verdad que hoy ha estado fina fina... en un mes me vuelven a operar...un implante de células madre a ver si así la fractura se solda...- me explica.