Llevaba cuatro semanas, cuatro!...que se dice pronto, sin salir a las Montañas. Desde el Medacorba, había simplemente dedicado mis días a trabajar en mis proyectos profesionales que, afortunadamente, empiezan a tomar cuerpo y consistencia. Además, me había dedicado también a mis entrenos cotidianos: que si un día caminar, que si otro mis tablas de "psico-G" en plena noche bajo la llovizna, que si unos kilómetros en bicicleta, que si una jornada de ejercicios y meditación en la Reserva Natural del Remolar, que si unas flechas al vuelo en el Castillo de Montjuic... Pero las Montañas se me resistían. Seguía las evoluciones de la meteorología, que me impidieron salir dos fines de semana, y esperaba el momento de salir como agua de Mayo. Cada vez tengo más claro que soy un adicto absoluto...
Así, que cuando el sábado me encontré a Madveras en el face, le pregunté si la salida del domingo estaba confirmada. Y sí... me dijo que iban a hacer el corredor occidental del Gra de Fajol Petit con un pequeño grupo de Madteam... Sentí un relámpago en el estómago. Un "me vengo" se escribió casi solo en el xat.
Salimos super temprano. Todavía era de noche cuando pasé al lado de la discoteca afro -ahora es afro, la cosa va cambiando según cambia el dueño- de la calle Méjico. El grupo de gente que estaba en la puerta se quedaron mirando a este loco con botas de montaña y una mochila cargada de hierros varios...de los de "hacer daño" en el Monte: piolet, bastones, casco. No pude evitar una sonrisa al recordar que hace tiempo, yo seguramente habría estado en ese grupo de gente...con unos cubatas de más.
Puntuales, Madveras y Cat me recogieron y dimos la vuelta a la ciudad que despertaba a un nuevo día. Así, Maria y Alfonso, fueron los siguientes en incorporarse a la "expedición" a Ulldeter. Saboreamos el viaje en el amanecer bajo las nieblas que cubrían la "plana" de Vic, y ya llegando a Ripoll, el gigante del Puigmal nos saludó con su cima nevada entre los primeros rayos de Sol anaranjados.
Llegados a Ulldeter, nos equipamos y cubrimos la breve aproximación que nos llevó a la Canal. Una vez equipados con el "armamento pesado", el sonido del creck de los crampones sobre la costra dura de nieve y el tintineo de los hierros colgando de mi arnés volvieron a llevarme al mundo de los sueños felices. Además, MOA venía conmigo, y yo me había marcado el objetivo de practicar como "cámara de altura"... Así que iba a disfrutar de varias de mis aficiones al mismo tiempo.
Subir la Canal no fue nada dificultoso, dadas las inmejorables condiciones en que nos encontramos la nieve. A nivel técnico y físico, todo andó sobre ruedas. Y la inmejorable compañia hizo de la ascensión un momento más de mi vida completamente inolvidable.
Llegados a la Arista cimera, el cielo azul puro se abría en lontananza perdiendo mi mirada hasta el resto de cumbres que desde allí podían divisarse: el Bastiments, Bacivers, Pic de la Dona, Canigó... Un día de tal claridad y luz, sin viento, no es lo más acostumbrado...Así que el buen humor y las sonrisas fueron pasando de corazón en corazón y disfrutamos más aún si cabe de la jornada.
Cuando al llegar al Pico vimos al Quebrantahuesos sobrevolándonos, pasamos unos mágicos minutos observando sus evoluciones en busca de las corrientes de aire que poco a poco lo alejaron de nuestra cima. Eso fué quizás la "guinda" del pastel... Tras las fotos de rigor, decidimos bajar por la arista norte que desciende directa a la zona en la que habíamos dejado nuestro vehiculo.
La bajada fue algo lenta. Pero esa, es otra historia que no cabe en estas líneas.
Felices y contentos llegamos a la furgoneta, y tras desequiparnos, fuimos a comer nuestros bocatas y compartir unos caldos calientes a Setcases...
Una jornada maravillosa. Un feliz retorno a las Grandes Blancas.Lo de menos es que además subí otra Montaña. Lo de más, fue que viví una nueva experiencia compartida con mis compañer@s que quedará para siempre grabada en mis recuerdos, y que además puedo compartiros en formato video.
Disfrutadlo. Lo grabé para vosotr@s.
Abrazos.